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¿Definir o contar las historias?

¿Definir o contar las historias?

Siempre contamos con un gran afán de definir todo, parece que saber con exactitud el significado de una palabra, un concepto, teoría de pensamiento, etc. nos apasiona de forma extraña.Leer más
Juan Manuel Rodríguez
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Siempre contamos con un gran afán de definir todo, parece que saber con exactitud el significado de una palabra, un concepto, teoría de pensamiento, etc. nos apasiona de forma extraña.

No deberíamos actuar de esa manera cuando hacemos parte de alguno de los 2 bandos del Storytelling: Aquellos que cuentan historias o los que las reciben ¿por qué? porque al estar inmersos en ellas, estas, aunque suene extraño, sobrepasan nuestro nivel de entendimiento racional y/o analítico.

Varias veces me he preguntado hasta qué punto podemos diseccionar el concepto de historia, con el fin de entenderlo mejor, pero creo que cualquier intento que uno haga resulta en vano.

¿El otro día en un webinar del Story Powered Institute con Paul Smith, autor del libro, Lead with a Story, alguien hizo la siguiente pregunta “¿Qué es una historia?” él explicó que llegar a una definición exacta sobre el concepto de historia es imposible, que tal vez la mejor definición con la que se había encontrado hasta el momento, se la había dado un niño de 10 años: “Una historia es cuando le cuentas a alguien algo que le ocurrió a otra persona”.

Si nos fijamos bien, esa definición involucra los elementos más importantes de una historia: el personaje, aquella persona a la que le ocurrió algo, y ese algo (incidente) que se podría calificar como el conflicto sobre el que la historia gira en torno. En otras palabras, una historia también se puede definir como algo que le ocurre a unos personajes y las opciones que estos deben tomar para solucionar, para bien o mal, su situación.

Desde el punto purista de la teoría narrativa, la inquietud sobre las historias parece no tener problema alguno. A la definición que llegué luego de leer diferentes autores es la siguiente: una historia consiste en narrar una experiencia a través de los 5 segmentos del arco narrativo (exposición, crecimiento de la acción, crisis, clímax, resolución y desenlace) en el cual se plantean una progresión de hechos que involucran y mezclan los diferentes elementos (trama, personajes, punto de vista, escenario, descripción, ritmo, etc.) de ella.

Pero ¿Qué ocurre al empezar a hablar de todo eso en un ambiente empresarial? Es posible que las personas no muestren interés alguno, pues algunos conceptos no son fáciles de digerir, y más que despertar su interés, probablemente el tema les aburra.

Antes de enfrentar a líderes corporativos con una narrativa desprovista de datos y cifras, es muy probable que estos crean saber qué es lo que está ocurriendo, pues se supone que lo pueden medir y graficar, pero sabemos que ese carácter estrictamente analítico no lo vamos a encontrar en las historias.

Si algo tienen en común las buenas historias es que despiertan emociones fuertes. Entonces ese puede ser un punto de partida para comenzar a contarlas. ¿Qué sentimos cuando tomamos una bocanada de aire o cuando cogemos de la mano a la persona que amamos? Estos y otros pequeños incidentes que nos hacen sentir vivos y que se encuentran en cualquier ámbito de nuestras vidas probablemente son los mejores focos de historias.

Más allá de intentar definir las historias debemos confiar en ellas. Comenzar la juiciosa tarea de buscarlas y, sobretodo, compartirlas.

 

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Juan Manuel Rodríguez
    Juan Manuel es libros, lectura, escritura y capuccino, y siempre navegará en los mares de la literatura. Es el fundador de Haki Storytelling y una persona 100% buena vibra y 100% bogotana, dos características que no necesariamente van de la mano. Estudió ingeniería Industrial, y desde hace un par de años enfocó su carrera hacía la innovación y los procesos creativos.