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[Editorial] El código abierto nos hace mejores personas

[Editorial] El impacto positivo del Código Abierto en nuestra sociedad

El 'Código Abierto' es una de las prácticas más innovadoras que han surgido dentro del entorno digital. Hoy se convierte en una cultura, y alrededor de la cual se pueden construir mejores comunidades.Leer más
Santiago Arango Sarmiento
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El concepto ha entrado a la lista de las denominadas buzzwords, o mejor, de palabras y conceptos que están de moda, que generan conversación en redes sociales y que muchas personas nombran en ocasiones para impresionar. Sin embargo, la expresión ‘código abierto’ suele prestarse para confusiones.

La idea, como su nombre lo indica, es precisamente la de ‘abrir a otras personas el código’, entendido en primera instancia como lenguaje de programación: quien crea un lenguaje o un código útil para alguna labor, bien sea de programación web, para una aplicación o incluso para productos orientados a la robótica, lo comparte abiertamente dentro de una fuente en línea en donde otros desarrolladores tienen la posibilidad de utilizarlo, adaptarlo e intervenirlo para su propio beneficio.

¿Cuál es el gran valor además de la extensa base de recursos que se produce? Que por encima de que el código abierto sea un gran catalizador para un sector o un gremio, como lo fue en principio la programación web, produce en consecuencia un verdadero sentido de altruismo y de comunidad que puede ser utilizado en varios campos, como veremos más adelante.

Según la Real Academia Española, el ‘altruismo’  es la  ‘diligencia en procurar el bien ajeno aún a costa del propio’. Sin embargo, en esta nueva cultura, no existe en realidad el «sacrificio», porque se enmarca en una actividad bilateral, de compartir conocimiento, o como se diría coloquialmente, una «situación gana-gana».

Esto no significa necesariamente que todos los programadores trabajen en equipo con otros; el pensamiento que va detrás de esta cultura permite que se creen comunidades importantes alrededor de esta apertura de conocimiento a la que incluso se han sumado grandes compañías del sector tecnológico.

Pero a pesar de parecer tan simple como decir  «compartir», en realidad no lo es. Si lo pensamos bien hace unos años era prácticamente imposible que una compañía como Google compartiera públicamente parte de su código y API’s con desarrolladores: antes se era mucho más celoso con el conocimiento.

Fuente imagen: http://www.itbusiness.ca/blog/xyzprinting-brings-mobility-to-consumer-grade-3d-printing/48085

¿Por qué ha llegado a estos niveles la cultura del código abierto? Porque alimenta el altruismo, traducido en este caso en términos de generar un bien a otros a partir del propio trabajo.

Las personas somos seres altruistas por naturaleza: si vemos a alguien triste intentamos ayudarlo, creamos una cultura alrededor de la donación que además de impulsar iniciativas ambientales y sociales por medio de ONG’s y otras organizaciones, generen plataformas de crowdfunding como IndieGoGo o Kickstarter en donde son las personas quienes impulsan y garantizan la realización de proyectos tan variados como videojuegos, productos para el hogar, cortometrajes e incluso películas. Ahora bien,  la cultura de compartir conocimiento generada por el código abierto, de abrir nuestras ideas y unirlas a las de otros, lleva ese altruismo al siguiente nivel.

FarmHack, por ejemplo, es una de las iniciativas más relevantes en el ecosistema del open source y una de las pruebas más contundentes del desarrollo del altruismo dentro del mismo. Este proyecto busca solucionar problemas que agricultores puedan encontrar en sus granjas a partir del trabajo colaborativo en línea que abarca varios campos: la programación, el diseño y, por supuesto, la agricultura. Aparte de los beneficios técnicos que implica tener a una comunidad trabajando alrededor de un proyecto en agricultura, hay un elemento que salta a la vista: la comunidad se genera porque busca encontrar soluciones de vida para otras personas.

¿Cuál es el gran valor? Que incluso al unir bajo una misma idea a dos sectores que están aparentemente en extremos opuestos, la agricultura y la tecnología, la comunidad no es obligada a ser partícipe de la iniciativa, sino que se concentra en el beneficio mutuo que puede resultar de compartir conocimiento desde varias disciplinas; y de hecho tampoco es forzada, sino que surge naturalmente de identificar necesidades de un grupo que, al final, puede traer grandes beneficios para un segmento poblacional más amplio.

En el trabajo en equipo llevado a cabo en FarmHack, la información producida es indispensable para la agricultura, pero permea todos los campos que participan en la iniciativa. Más allá del equipo constituido por granjeros, ingenieros y diseñadores, existe una comunidad en línea en la que todos los proyectos realizados dentro del proyecto son compartidos en una página web, con el objetivo de que el conocimiento generado en el plano offline pueda ser útil para otros alrededor del mundo, sin ningún costo o restricción, con el pensamiento de lograr un impacto positivo.

Ése, estimados lectores, es el verdadero poder del código abierto: que adicional a la enorme producción de datos y de conocimiento que se genera al compartir ideas y conceptos, eventual y naturalmente también se llega al punto de ejercer el altruismo tanto a nivel offline como online, una intersección que hoy en día vale más que únicamente quedarse en uno de los dos planos.

¿Por qué no hacerlo con todo? Grandes avances se pueden lograr desde el código abierto, no sólo desde el punto de vista tecnológico: la idea de ‘innovación’ no sólo está sujeta a dispositivos móviles, computadoras o el mundo de Internet; también se puede lograr desde el punto de vista personal, y más importante aún, desde el colectivo. Bajo esta cultura, diferentes sectores como el arte, la música, la medicina, la ingeniería o el diseño pueden avanzar más rápidamente, impulsando la colectividad por encima de la individualidad y teniendo en cuenta la diversidad de canales de comunicación y distribución de ideas, conceptos y herramientas que abren paso a un uso compartido de conocimiento que puede impactar varios sectores a la vez.

¿Qué estamos esperando para ser una fuente abierta de conocimiento?

Imagen: shutterstock.com

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Santiago Arango Sarmiento
    Mucho de geek y algo de ilustrador. Aficionado del diseño y en las filas de la co-revolución. Creo en que trabajando, creando y aprendiendo en comunidad se llega más lejos.