Primeras impresiones sobre el Narrative Clip y el Life-Logging
Ayer recibí mi Narrative Clip. Es uno de esos aparatos del futuro que te cambiará la vida. Y no la cambia porque te ayude a hacer mejor una función o porque te permita hacer algo que antes no hacías – aunque logra ambas -. Cambia la vida porque en cada una de las actividades y momentos de tu día actúas diferente, eres otra persona: una nueva persona.
Es un tercer ojo, una forma de ver más allá de lo que está a mi alcance y un medio para revivirlo en el tiempo. Ahora sé que cargo mi memoria fotográfica en un bolsillo para el día en que necesite revivir algún momento.
Todo el tiempo estoy «grabando»
Este aparato toma fotos cada 30 segundos. No hay descanso. Desde el primer día con un Narrative Clip empieza uno a hacer un esfuerzo por buscar las tomas, por escoger los lugares, por registrar bien su vida. Sabes que como todo queda en cámara hay que buscar lo mejor. En últimas es tu memoria y desde ahora eres más consciente de ello y te esfuerzas porque quede bien.
Este sentimiento puede ser un efecto transitorio por la novedad. Nacimos antes de que el life-logging fuera la norma y venimos de un lugar donde las fotos se tomaban con rollo y en el que desperdiciar una costaba.
Observar tu día
Poder darle un vistazo a tu día como un observador externo hace que medites acerca de tus acciones, de los lugares que frecuentas y de cómo estás. Hay que sonreír. Durante una caminata vas a ver cosas y es grato parar para disfrutarlas un segundo – en realidad 30 segundos, por lo menos, para que queden registradas -. Hay momentos que duran poco y cuando mi cámara – o mejor, mi nueva memoria – toma una foto, me esfuerzo porque las cosas duren más que esos segundos.
Hoy, por ejemplo, paré a observar el paisaje por un tiempo en un sitio donde nunca antes paraba y siempre había querido hacerlo. También me encontré con Don Ramón. La interacción fue tan corta que después no lo pude encontrar. Es una lastima perder esa memoria de vida.
A veces también es triste: verse encerrado en una oficina haciendo mala cara; mostrando desespero o aburrición. Eso te pone a pensar en lo que haces y lo que quieres hacer. Ahora quieres días coloridos y variados. Te esfuerzas por pasar tiempo con amigos y nuevas personas, por capturar lugares que usualmente no frecuentabas.
Despegar de ti este tercer ojo es como hacer magia: puedo verme a mí mismo bañándome, pero también puedo ver qué hace mi gato mientras no estoy. Quién soy y cómo me comporto. Después esto entra a mi memoria. Es tremendo ejercicio.
Mi vida es privada
Esta cámara no está diseñada para ser apagada. Es posible, pero fue creada para llevarla puesta en todo momento. Me puedo ver orinando, escupiendo o haciendo cosas que no quiero que otros vean. Es mi vida. En un comienzo dan ganas de mostrar, pero para eso están Instagram o Facebook. Yo almaceno mi memoria para mí, no para otros. Qué hago es mi negocio y nadie puede husmear.
Lo que ven mis ojos es peligroso
Si perder la clave del Gmail es peligroso, imagínense perder años de memoria fotográfica. Cuántos papeles, cuántos números, cuántas claves. En esta memoria fotográfica es posible encontrar a quién vi, cuándo y dónde.
Seguramente en el futuro habrá casos de robo de identidad mucho más avanzados. Incluso me puedo imaginar inteligencias artificiales haciéndose pasar por uno.
Estoy grabando mi memoria fotográfica en la nube. Todo lo que veo durante el día está siendo guardado para un futuro. Puedo en cualquier momento volver a, y revivir otro momento. Es como viajar en el tiempo.
En un principio estoy poniendo mucha atención a las caras que pasan a mi alrededor porque están siendo grabadas en mi memoria. Llegará un momento en el que no me importe poner atención porque esa función la está cumpliendo Narrative Clip. Cuando sea viejo todos los que en algún momento de mi vida se hayan cruzado conmigo estarán taggeados y geolocalizados.
La cámara en ningún momento pretende pasar desapercibida: es un bien de lujo. Quieres que te vean como ese early-adopter que eres. Después de un rato la gente se olvida. Si quieres, igual es fácil de esconder. Aunque mostrarla te da cierto prestigio. Cuando te observan tú eres otro. Yo soy otro.
Es fácil tomar una foto a tu comida, a tu entorno, a tus comportamientos. Stephen Wolfram lo usa por una razón. Está capturando su entorno. En Quantified-Self usualmente capturas lo de adentro. Narrative Clip, en cambio, te permite captar lo de afuera. Estamos esperando a mejores procesadores y a unas buenas librerías de Mathematica para empezar a visualizar la vida de nuevas maneras.
Outsourcing personal
Ahora seré adicto a un aparato más. Hacer un outsourcing de mi memoria fotográfica hace que ahora un tercero me domine. Si me quieren cobrar, terminaré pagando.
Así como algunas tecnologías cambian el vocabulario, esta tiene el potencial de redefinir qué es un «momento». El número de fotos y de tiempo cambia, a veces un momento dura dos horas, a veces 20 minutos. Algunos tienen 240 fotos, otros 153, otros una. Esto es algo que empezaremos a incorporar en nuestro vocabulario y en nuestros comportamientos.
Las generaciones futuras nacerán con esto. Sus cerebros cambiarán para enfocarse en otras funciones. Este tipo de aparatos les permitirán extender sus sentidos. Cuando haces un outsourcing de tus funciones, como la de memorizar, das cabida a que tus recursos se enfoquen en otras cosas.
Desde ahora soy otra persona. Una mejor persona. Tengo más poder. Puedo controlar mejor mi mundo y ser más consciente gracias a esta nueva tecnología.
Cada día somos más cyborgs y más poderosos.